Esta nota la escribí hace cuatro años, la publico ahora porque creo que no ha perdido vigencia. Espero que sea de vuestro agrado.
En estos últimos días algunas
personas, extrañas entre sí, han coincidido en venir a mi para que
les aconsejara sobre la forma de traspasar sus negocios. No están
satisfechas, hay bajo rendimiento, están cansadas, desean dar un
cambio en sus vidas, etc...
Los motivos son tan variados como las
personas que acuden, todos válidos y respetables.
Esto me ha hecho reflexionar acerca de
la forma en la que solemos proceder ante esa circunstancia.
Todos tienen algo en común, y eso es
que el negocio no es rentable. Mi pregunta es; ¿ Quién quiere
pagar un traspaso por un negocio que no es rentable?, la respuesta es
obvia; nadie.
Se comprende que desde esa óptica el
traspaso va a ser un deseo intenso pero de escaso éxito, las
personas van a bajar su ánimo casi tanto como el rendimiento del
negocio, una cosa acompaña a la otra, y se van a sentir “vencidas”
por unas circunstancias hostiles las cuales ¡como no! son ajenas a
ellos. De este modo tenemos dos problemas, el escaso rendimiento del
negocio y el bajo ánimo del dueño. Creerme si os digo que desde ahí
cualquier intento de traspaso va a fracasar.
Pienso que el error que cometemos es
querer deshacernos de aquello que consideramos un fracaso, lo
sentimos como una carga y lo visualizamos cada día como una montaña
a escalar. No es ese el mejor modo de afrontar un cambio importante
en la vida de cada cual, y un cambio de trabajo es un cambio bastante
importante, que afecta a toda nuestra vida.
El mejor momento para traspasar
cualquier negocio es precisamente cuando éste se halla en la cúspide
de su rendimiento pero, claro, entonces es bastante raro que se
piense en ello, nos apegamos a las cosas con la ilusión de que son
perdurables, nos acomodamos a unos hábitos de vida y no pensamos que
en algún momento eso puede cambiar, que todo es cíclico en la vida
y que lo que hoy está arriba mañana le tocará estar abajo, tal es
la forma en la cual nos desenvolvemos.
Mi consejo para las personas que han
venido a consultarme ha sido el siguiente; No comiences a proyectar
un traspaso desde el fracaso, porque estás atrayendo un tipo de
personas que o bien no tendrán recursos para hacer frente a los
pagos o bien te querrán timar. De cualquier modo no interesa, ese
trámite no tiene un buen augurio. Recomiendo cambiar el modo de
trabajar, hacer los cambios necesarios para sintonizar una buena
vibración personal y proyectarla en el negocio. Tus energías son
las que se captarán en el negocio, puesto que todo aquello que
hacemos es un reflejo de como nos sentimos interiormente, eso sí,
cuando el negocio comience a reflotar ¡no te vuelvas apegar a él!,
a menos que desees volver a pasar por todo el proceso. Recuerda; lo
semejante atrae a lo semejante, la abundancia atrae a la abundancia,
la escasez no atrae a la abundancia, así como el cansancio no atrae
al vigor ni el malhumor a la alegría.
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