Reflexiones, experiencias y todo aquello que me ayude a subir, desplegando alas, volando juntos...

lunes, 14 de julio de 2014

La novena religiosa, con el uso de una vela:

Como su nombre indica, este trabajo con vela tiene una duración de nueve días consecutivos, durante los cuales prenderemos una sola vela, apagándola en cuanto sintamos que hemos concluido nuestro tiempo a diario.
El número nueve como símbolo del trayecto que vamos a recorrer hacia la realización de un hecho, que se materializará con el número diez, el cual no es mas que un nuevo uno; el inicio.
Nueve son los coros de ángeles actuando para manifestarse en el reino de Dios Padre.
El intervalo para su repetición será de veintiúndías, y ofrendaremos nuestra vela para sostenimiento y sanación.
Para ofrecer nuestro ritual usaremos las horas diurnas, es decir, desde la salida del sol hasta su ocaso, procurando siempre, en la medida de lo posible, la hora de nuestra cita con él.
Nos situamos frente a nuestro altar y sosegando la mente mediante unas tranquilas inspiraciones tomamos conciencia de que lo que vamos a realizar merece ser potenciado con una oración de poder personal, cada cual según su creencia o fe.
A continuación pasamos a consagrar las ofrendas, es decir, la vela y todo aquello que hemos querido que esté presente en nuestro ritual, mediante símbolos y por imposición de manos. Si no se posee ningún símbolo propio de poder o no se está seguro de cual usar pues no pasa nada, sencillamente una actitud de amorosa presencia es ya de por si muy válida y efectiva.
Prendemos la llama de nuestra vela diciendo; “ Que esta llama, símbolo de la pureza de mis intenciones, lleve mi oración hacia donde tenga que llegar.”
Oramos.
Finalmente, al terminar de orar, damos gracias, cada cual según su sentir, y decimos: “Que esta vela que apago ahora, en este momento, aunque deje de arder en el mundo material, continúe dando su luz en los mundos invisibles, igual que yo, ocupada en las cosas terrenas, continúo en  espíritu de servicio. Amen”.

Apagamos la vela con los dedos o con un portavelas o cucharilla al revés, nunca soplando la llama.

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