Hace algunos pocos años...apenas ayer, Eduardo me dió este maravilloso regalo. Andaba escondido entre toneladas de nuevas letras pero su mensaje mandaba señales:¡eeehh, aquí estoy...sácame a la luz!, y hoy llegó el día. Espero que lo disfruteis igual que yo lo hize en su momento.
En un país muy lejano y perdido tras las brumas de la historia, vivía un poderoso Príncipe, conocido en su comarca porque solo él podía lograr los imposibles mas impensados y las hazañas no soñadas de todos los hombres.
Semejante título superaba ampliamente a su título nobiliario que se opacaba tras la poderosa leyenda de su infinita sabiduría y saber ilimitado.
Esto,le había proporcionado al joven Príncipe infinitas posibilidades de sobresalir magnánimamente por sobre la supuesta mediocridad general, tejiéndose sobre él las mas fabulosas historias,obras –claro- del inquieto imaginario popular.
Sus andanzas en los bosques impenetrables y sus luchas feroces contra barbaros y maleantes, contra invasores beligerantes, contra monstruos del sombrío bosque e incluso contra dragones custodios de comarcas y castillos, eran “vox populi” en los reinos aledaños.
Hasta se comentaba que había llegado hasta la mismísima puerta del Hades a rescatar el alma de su amada, la Princesa Gwendolyne, muerta trágicamente tras la toma del Castillo Hardstone por el invasor, en las pasadas guerras francas del 326 d.C.
Eran conocidas y anheladas sus audiencias con su pueblo, adonde a modo de un autentico profeta, vaticinaba y proponía soluciones a los problemas de su condado apelando siempre a su facilidad de comunicación con lo sobrenatural, aceptando –incluso- se beatifiquen sus acciones a modos de “milagros”, esto aún a pesar del descontento de ciertos niveles de la Iglesia, porque también...tenía sus detractores.
Cierto día, se apersonó al Palacio una mujer desesperada con un niño envuelto en mantas, de aspecto moribundo, y clamando por la presencia del Poderoso Príncipe. La guardia personal, se encargó de apersonarse a los aposentos reales, adonde nuestro héroe se encontraba gozando de la dulce compañía de plebeyas admiradoras, quienes espontáneamente se presentaban en palacio “para distraer” al Poderoso Príncipe.
Ofuscado por la interrupción bajó sin custodia hasta una de las 20 salas del Castillo adonde aguardaba la mujer de rostro sufrido y arrugas pronunciadas con su tembloroso bebé en brazos.
-Quien osa molestar a su Divina Majestad en su descanso?, que quieres mujer?,sabes ante quien te encuentras?! –dijo el Principe en un tono de ofuscamiento-...
-Oh! Su Divina Gracia!, tú magno e inalcanzable Salvador Nuestro!,. Tú qué has vencido los portales de la muerte y has regresado heroico y glorioso, oh! Mi Señor! Salva a mi hijo de la peste que arranca a retazos su vida!.
El Príncipe con cierta desconfianza y repugnancia por el aspecto de las raídas mantas, descubrió el rostro del niño agonizante y su tez se empalideció aún más al ver las huellas de la peste en el rostro de la criatura...
-Pero....mujer....este niño esta muriendo! –exclamó tembloroso e impotente- no creo poder salvarlo...mejor llévatelo y que lo recoja Dios!.
La mujer enfurecida reclamó..
-Pero Tu mi Señor eres siervo de Dios! Eres su guerrero!, no puedes abandonarme! Sólo Tú podrás devolverle la salud a mi niño!! Hazlo ya por lo que mas quieras!!!.
Presa del pánico y con un inexplicable tono casi infantil, el Príncipe temblando articulo las siguientes palabras...
-Mujer...yo...yo no hago milagros...es decir, no sé que hacer...yo no tengo poderes para salvar a tu niño...perdoname, llevalo a un doctorado... ellos te ayudaran...
La mujer mas furiosa y decepcionada aún, con furia exclamó...
-Tu??? El vencedor de la muerte, el matador de los dragones y las gárgolas más temidas!!! Tú no puedes salvar a mi niño???.
-No...no puedo, en realidad mujer, no puedo..perdóname te lo ruego y lleva ese niño ya fuera de Palacio...vas a contagiarme!.
En medio de la discusión, y tras una intensa seguidilla de temblores muy fuertes el niño expiró en brazos de su madre.
La mujer rompió en llanto desconsolado y tras maldecir al Príncipe se retiró abrazando el ya semi frío cuerpecito de su pequeño hijo.
El Príncipe, cayo de rodillas al piso envuelto en llanto desconsolado y elevando sus ojos al cielo exclamó...
-Perdóname Señor por no haber creido nunca en Ti ¡!!,perdona mis acciones y me entrego a tu voluntad completamente!!!.
Esa noche, tras intensas pesadillas, el Príncipe despertó de madrugada y sentándose en su fastuosa cama, giró su rostro hacia la ventana de su lujosa estancia, levantándose lentamente y temblando pudo ver las miserables chozas iluminadas por antorchas y velas de cebo, su pueblo, miserable, menesteroso, hambreado que había perdonado su soberbia y su descuido elevándolo a la categoría de ídolo indiscutido, reposaba...mas a la izquierda pudo ver la choza de la mujer, a la cual llegaban personas a ofrendar sus oraciones ante el cuerpecito yacente del niño fallecido.
Fue tal el dolor por la imagen que veían sus ojos, la humillación por sentir que su fabricado mito se derrumbaba y la imagen de ese niño que lo perturbaba y perseguía, que se quitó la vida colgándose de una cuerda, la misma que hacia sonar la campanilla que llamaba a su cuerpo de valets.
Las exequias de Su Divina Gracia se realizaron bajo la completa ignorancia y desavenencia de su propio pueblo ,quien observó el paso de la carroza fúnebre tras las raídas ventanas de sus chozas. No hubo aclamaciones, ni homenajes ni honores ante el Patrón de la comarca, quien no pudo gozar siquiera de un responso por su alma.
La cripta real al cerrarse, dio por terminado su reinado , un reinado de mentiras y falsedades.
Tiempo después y para el asombro de algunos ex integrantes de su Corte, apareció una inscripción en la cripta real que nadie se atribuyó:
“Aquí yace el Poderoso Príncipe, dueño de esta comarca, tras una vida fraudulenta y sin sentido, no pudo derrotar sus propios fantasmas y se entrego en alas de la Muerte para abandonar este mundo sin penas ni glorias,en el Annus Domine del 357 d.C.”
Reflexionando en el final...
Y tú? Cómo quisieras dejar este mundo?,cual sería tu epitafio?, has vivido de acuerdo a tu condición?...sería muy triste que al marcharte nadie te recordara sólo por haber simulado una vida que no tienes.
Todos los hombres de este planeta están llamados a aceptar su condición de falibles mortales porque esa es la condición para vivir ern este mundo. Si estás iluminado por un “don” especial ó sobrenatural, pues ponlo a servicio de los hombres, presta servicio de amor a la humanidad, y si no lo tuvieres, presta servicio de amor!!!, el “don” es una virtud que se da en muy pocos seres de calidad espiritual un poquito más “especial”,pero eso no te desmerece ante ellos ni ante nadie ,por el contrario si prestas servicio de amor al mundo serás doblemente premiado, porque serás grato ante la mirada de tu Padre, de tu Dios.
No ofrezcas lo que no puedes dar, ofrece lo que esta a tu alcance, tu no has venido a esta tierra a realizar imposibles, has venido a crecer, desarrollarte, amar y ser amado, y fuiste llamado a vivir dignamente, aún en la pobreza existe la dignidad, que tu epitafio sea sencillo y directo, que te parece?: “Aquí yace un Hombre de bien”? ...no es precioso?.
Que tengas una vida inmensamente feliz con el único “don” que portarás como sello permanente en esta tierra...tu vida.
Eduardo Hugo,
Sábado, 24 de Marzo de 2007.
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