Como consecuencia de la inclinación del eje de la Tierra sobre el plano de su órbita, el Sol, en su recorrido aparente en el cielo, cruza este plano en dos ocasiones al año, produciéndose los solsticios; sucede dos veces al año, la primera alrededor del 21 de junio, con el solsticio de verano (hemisferio norte) cuando comienza el signo de Cáncer; y la segunda aproximadamente el 21 de diciembre, con el solsticio de invierno (hemisferio norte) cuando inicia el signo de Capricornio y viceversa en el Hemisferio Sur. En los días de solsticio, la longitud del día y la altura del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año. La declinación del Sol se mantiene durante varios días casi sin moverse; de ahí el nombre de Solsticio que viene del latín “sol staticus”, que significa “sol quieto”.
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