Mi hermana y yo estamos visitando un local que tan pronto es restaurante como tienda pero ambos casos los dueños son chinos muy amables. Desde el exterior se oyen voces y jaleo como de mercadillo callejero. Nos despedimos de los chinos y al salir de allí no estamos en la calle, sino en un patio interior de una vieja casa, transformado en tienda. No está bien iluminado, pero por una pequeña puerta arqueada entra luz de sol suficiente. Miramos a nuestro alrededor y todo lo que veo me gusta, hay muchos objetos extraños colgados de las paredes y algunas estanterías. también hay un pequeño mostrador acristalado,repleto de objetos de bisutería, pañuelos, inciensos y velas. Cuando ya nos disponíamos a salir a la calle le digo a mi hermana; mira que piedras tan bonitas. Encima del mostrador de cristal hay un plato que va girando lentamente sobre su eje, está lleno de piedras medianas, parecen piedras de camino o incluso de río por lo lisas que están. Observo que algunas de ellas tienen unos jeroglíficos escritos encima con tinta negra. Pongo mi mano derecha sobre ellas y dejo que se deslizen suavemente bajo ella. Mi hermana me recuerda que tenemos que salir a la calle, pero yo no quiero irme de allí, pongo la otra mano también sobre las piedras. "¿qué haces? ", me pregunta, "sólo son piedras, y además te vas a manchar". Pero yo sé que no solo son piedras, me miro las manos y están llenas de garabatos de tinta negra, miro las piedras y veo que el jeroglífico está algo desdibujado. Mi hermana me riñe y me estira del brazo, pero yo no quiero salir de allí, aunque acabo haciéndolo, muy feliz por haberme manchado las manos con la tinta. |
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