El maestro no nos "elige" porque seamos especiales.
El maestro no se siente conmovido por nuestras identidades.
No ha de alabarnos, ni felicitarnos por los logros conseguidos durante nuestro aprendizaje.
El maestro no nos convoca, somos nostros quienes le llamamos, y el
Universo, en un acto de generoso servicio, hace que nuestros caminos se
encuentren.
El maestro exterior es solo un reflejo de nuestro maestro interior, solo que lo exteriorizamos para de ese modo, trabajar mejor nuestras inquietudes.
El maestro pasa por tu vida como un perfume delicado, se deja oler, lo
sientes en tu piel y en tu entorno, entra en tu mente, pero nunca tienes
la certeza de donde está ni por donde se mueve.
Deja su enseñanza y sigue su camino.
Honra a tu maestro y déjale partir cuando llegue el momento.
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