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viernes, 14 de enero de 2011

ENTREVISTA A SANDRA AISENBERG Por Emmain

Sandra Aisenberg junto a Eduardo Melamud,autora de varios libros sobre niños índigo y cristal, es además instructora y facilitadora de la Técnica de Decodificación de la Memoria Celular, profesora, tallerista, promotora de reflexión entre docentes y promotora de la potenciación de los dones propios.

 

Sandra, ¿por qué los niños?
Los niños siempre estuvieron a mi alrededor. Cuando comencé a trabajar con la Técnica de Decodificación de la Memoria Celular, hace ya casi 20 años, siempre se acercaron niños a pedir asistencia de la mano de sus padres. Esto me llamaba la atención porque nunca me había propuesto trabajar con ellos en forma específica. Con el tiempo descubrí que mi respeto hacia su ser interno era lo que los atraía hacia mí. Podía comprenderlos y conectarme con ellos más allá de la diferencia de edad. Entonces me di cuenta de que mi función era ser un puente entre ellos y su entorno, y facilitarles la expresión de su verdadero ser.

¿Son los niños los portadores del cambio que tanto necesitamos?
Todos los niños son portadores de un cambio, ya que a través de sus conductas ellos sacan a la luz todo lo que está oculto en lo más profundo de nuestra sombra. Todo lo temido, negado o resistido por una generación aparece en las siguientes muchas veces potenciado. Los niños nos dan la oportunidad de sanar nuestras heridas, ver nuestros errores y modificarnos, ya sea en el ámbito familiar, ya sea en el escolar y planetario. También nos muestran nuestros dones, recursos y potenciales dormidos. Si sabemos aprovechar la oportunidad que nos traen de su mano, podremos generar el cambio que estamos necesitando.

¿Cómo son los niños índigo? ¿Por qué se hace referencia a ese color en concreto?
Los niños índigo se caracterizan por tener muy desarrolladas las cualidades del hemisferio derecho del cerebro, es decir, son altamente perceptivos, sumamente creativos y sensibles a los estímulos sensoriales. Tienen una enorme cantidad de energía. Son autores y no seguidores. No toleran la hipocresía ni las formas vacías de contenido. Son portadores de nuevos códigos para generar nuevas estructuras que sean más honestas, contenedoras y coherentes en los ambientes donde les toca manifestarse. Cuando esto no sucede y no son comprendidos, muchas veces se bloquean y se vuelven niños agresivos, hiperactivos o desinteresados del mundo que los rodea.
Con respecto a su denominación, se ha comprobado que cada color vibra a una determinada velocidad y la banda de frecuencia índigo es una vibración ligada a la expansión de la conciencia. Su característica es la sensibilidad expresada en todas sus áreas. El campo energético de estos niños vibra en esta frecuencia. Por eso son tan conscientes y sensibles al entorno que los rodea.

En tu libro sobre los niños índigo está escrito que se tiene noticias de su existencia desde 1700, pero no fue sino hasta los primeros años ochenta del siglo XX cuando se dio un testimonio. ¿Por qué crees que pasó tanto tiempo antes de hablar seriamente de esta realidad?
Porque la manifestación de esta vibración fue gradual, acompañando los tiempos planetarios. O sea, al principio había muy pocos seres con estas características y a medida que fue pasando el tiempo fue in crescendo hasta que en los ochenta se llegó a una masa crítica que hizo que tanto los padres como los educadores, e incluso médicos y científicos, registraran este fenómeno.

¿Cómo son los niños cristal?
Los niños cristal son especialmente considerados y con una alta conciencia grupal. Son niños que con su vibración amorosa abren el corazón de quienes los rodean logrando pacificar su entorno con su sola presencia. Muchas veces se pierden en este entorno y necesitan estar solos o en contacto con la naturaleza para volver a equilibrarse. El desafío con ellos es que puedan aportar sus dones en los grupos en vez de perderse en ellos.

En los libros que escribes junto con Eduardo Melamud también hablas de adultos índigo. ¿Puede uno haber sido un niño índigo y no saberlo?
Sí, ya que el sistema y la sociedad no estaban preparados para recibirlos. La desvalorización de los atributos del hemisferio derecho y la creatividad hicieron que muchos se sintieran bloqueados y frustrados por no haber podido canalizar sus cualidades. En muchos casos han pasado por muchos tipos de terapia y han sido “conejillos de india” de diagnósticos inexactos. O han tenido que soportar una fuerte discriminación por sus características diferentes.

¿Qué dirías a las personas que intentan rebatir la consideración de niños índigo con diagnósticos médicos como el síndrome por déficit de atención o la hiperactividad, o niños desafiantes con problemas para acatar la autoridad?
Hay que ser muy cauteloso y analizar cada caso en particular. Es cierto que hay niños mal diagnosticados, pero también muchos que no. Y es cierto que hay padres que aprovechan la  “etiqueta” de niño índigo para no asumir las propias falencias o del sistema familiar. Más allá de si se es índigo o no, lo importante es poder comprender el mensaje que hay detrás de cada conducta que el niño manifiesta.

¿Qué recomendarías a un padre o a una madre que identificase en el comportamiento de su hijo las características de los niños cristal o de los niños índigo?
Comprenderlos. Para ello se debe acompañarlos en su desarrollo, sin bloquearlos. Es imprescindible que cada padre y madre haga un proceso interno de retrotraerse hacia su historia y recuperar recursos perceptivos, emocionales y afectivos que le permitan acercarse a su hijo y propiciar un crecimiento compartido.

Tú estudiaste Pedagogía Waldorf en el Seminario Antroposófico Rudolph Steiner. ¿Qué ofrece esta filosofía pedagógica que la diferencia tanto de la convencional?
Es una pedagogía basada en la educación del ser humano como un ser integral. Considera al niño como un ser espiritual en crecimiento, al que hay que acompañar en su proceso evolutivo para que pueda desarrollarse plenamente. Se considera que los primeros septenios de la vida son muy importantes para que en la madurez podamos manifestar nuestra espiritualidad y aportar nuestros dones a la sociedad.  Su metodología se adapta a niños con diferentes características y formas de aprendizaje. Es una de las opciones educativas que puede aportar una respuesta a las necesidades de los niños de hoy.

¿Cuál es el principal fallo del sistema educativo que tú conoces?
En estos últimos 100 años los cambios que ha habido en el mundo son vertiginosos, desde los medios de comunicación hasta los de transporte. El bombardeo de imágenes, información y estímulos para nuestro cerebro es enorme. La globalización nos ha acercado y la información está al alcance de nuestra mano. A la vez todo esto ha generado una forma diferente de vincularnos y de acceder al conocimiento. Creo que la institución escolar no ha logrado transformarse al compás de estos cambios ni puede contener a los niños que han crecido en un mundo muy diferente al nuestro, con otra escala de valores y una forma de aprender regida predominantemente por el hemisferio derecho del cerebro.

¿Se puede trabajar con los niños sin incluir a los padres o tutores?
Sí, se puede ayudar al niño en los diversos aspectos que dependen de un cambio propio, pero no debemos olvidar que el niño es el emergente de un sistema familiar, social y cultural. Por ello, aun cuando mejora enormemente, llega un punto en que se estanca y no avanza hasta que su entorno lo acompañe.

¿Despertar nuestros dones es parte del sentido que tiene nuestra vida?
Los dones y talentos que traemos son un vehículo para devolver al mundo  todo lo que recibimos aportando nuestra creatividad. Si no podemos expresarlos, esta energía se bloquea y se estanca en nuestro interior generando muchas veces trastornos físicos y emocionales. Cuando podemos manifestarlos nos equilibramos en forma natural.   

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“Todos los niños son portadores de un cambio, ya que a través de sus conductas ellos sacan a la luz todo lo que está oculto en lo más profundo de nuestra sombra”

Sandra Aisenberg

¿Qué trabajo haces con las embarazadas?
El embarazo es una etapa especial de la vida para la mujer. Es una época de muchos cambios: en su cuerpo, en sus emociones y en la vida de su familia. También es una oportunidad única para que la mujer pueda conectarse más profundamente con ella misma y con el ser que lleva dentro. A través de la técnica de decodificación de la memoria celular limpiamos registros provenientes de su nacimiento y del vínculo con su propia madre para facilitar la conexión entre ella y su hijo. También tenemos la oportunidad de modificar mandatos, conceptos, patrones vinculados con la maternidad y darles la oportunidad de abrirse a esta nueva experiencia más conectadas con su sabiduría femenina.

En tus libros das testimonio de los muchos años que llevas tratando con padres, niños y docentes. ¿Existe algún caso que te llegase especialmente al corazón?
Es muy difícil elegir uno ya que cada niño trae una nueva experiencia y un nuevo aprendizaje. El caso de los niños autistas es muy especial para mí. El momento en que un niño autista conecta y me abraza no deja de conmoverme, su mirada de agradecimiento o el escuchar sus primeras palabras es una alegría que me llena el corazón. 
 
Son muchas las cosas que quedarán en el tintero, pero querría que me explicases qué es la técnica de decodificación de lamemoria celular que practicas desde 1991.
Se ha descubierto que el estrés o tensión, nuestra historia del dolor, queda almacenada en nuestros músculos. Lo que pensamos afecta la estructura celular de nuestro cuerpo y quienes somos a nivel celular también tiene un efecto sobre lo que pensamos. Además nuestras células guardan información que proviene tanto de nuestros ancestros (conocida como herencia genética),   como de registros de acontecimientos de nuestra vida, e información que traemos al nacer. Cada experiencia que hemos vivido está codificada en nuestras células y por tanto estas memorias afectan nuestra vida presente a tal punto que nos predisponen a percibir y a comportarnos de una cierta y determinada manera, afectando nuestro umbral de estrés y nuestra disposición frente a los desafíos emocionales. A través del testeomuscular podemos liberar el estrés del hecho traumático acontecido, recuperar una gran cantidad de energía que habíamos perdido, acceder a recursos que estaban bloqueados  y así poder elegir una nueva conducta o respuesta ante las situaciones que se nos presentan. Esta técnica permite trabajar nuestras limitaciones y bloqueos, ya sean miedos, fobias, compulsiones, obsesiones, ira, sufrimientos, trastornos de conducta, adicciones, somatizaciones, relaciones interpersonales y dificultad de manifestarnos en las distintas áreas de nuestra vida. Es especialmente eficaz en el tratamiento con niños, ya que podemos develar  qué mensaje nos dan nuestros hijos a través de sus síntomas, comportamientos y forma de relacionarse. Es aplicable en casos de falta de atención, falta de concentración, hiperactividad, dispersión, autismo, problemas de integración, agresividad, timidez, inestabilidad emocional, dificultades en la comunicación, enuresis, problemas escolares, etc.

¿Qué consejo les darías a los padres para crecer al tiempo que lo hacen sus hijos?
Cada palabra, silencio, acción, de nuestros hijos contiene un mensaje. Somos nosotros quienes debemos abrirnos para descifrarlo. Aprendamos a comunicarnos desde el corazón, sin encasillarlos, tratando de conocer y  respetar su individualidad. Y por sobre todo tengamos el coraje de madurar, de ocupar nuestro lugar de adultos y revisar cada una de nuestras creencias hasta encontrar una mirada nueva que nos vincule con nuestros hijos desde un lugar más vital y verdadero

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