Reflexiones, experiencias y todo aquello que me ayude a subir, desplegando alas, volando juntos...

lunes, 1 de octubre de 2012

Mesa andina y despacho. Mi experiencia.

Todavía con la sonrisa en la cara y en el corazón, despierto este día lunes dando las gracias infinitas veces a los cuatro vientos, a los cuatro poderes, por el regalo que recibí ayer domingo.
Los que me habeis leido en anteriores veces ya sabreis que soy creyente acérrima de la magia, que en mi vida suceden actos de magia, pues bien, lo vivido ayer lo considero en esa tesitura de nuevo.
Acudí a un taller-seminario de medicina andina el cual dictaba Arnaldo Quispe, chamán peruano, teqse paqo del linaje de los Queros, unos pobladores del Cusco que han permanecido durante largo tiempo "incontaminados" del mundo exterior, aunque no aislados, presenvando sus tradiciones tan preciosas como sencillas.
Esperaba pasármelo bien, disfrutar y aprender lo que pudiera. Nada mas...y nada menos. Pero pronto me di cuenta de que aquel día iba a ser decisivo, habría un antes y un después en mi camino a partir de esa jornada.
Takiruna, mi maestro andino, nos habló de la cultura inca y en particular del mundo cosmológico andino, de sus creencias benevolentes hacia la madre Tierra y en general hacia toda forma de existencia en cualquiera de sus expresiones, la Pachamama en definitiva.
Nos enseñó a realizar nuestra propia Misha o mesa de ofrenda, la cual hicimos con mucho detalle y amor cada uno de los cinco componentes del taller. Después de tenerla realizada nos cantó de nuevo, antes ya habíamos escuchado su canto, mientras meditábamos y nos relajábamos. Y en ese estado de conciencia relajado y sostenido en baja frecuencia comenzó a iniciarnos uno a uno.
Lo que yo sentí durante la meditación y la iniciación fue algo que todavía me tiene intrigada, los síntomas físicos me llevaron a un punto en el cual viajé, o al menos mi visión lo hizo, y vi imágenes y escenas que no comprendo bien, pero que espero llegar a comprender algún día.
Ví un enorme pájaro negro, gigantesco y desgarbado, su pico era casi tan grande como su cabeza, anguloso y curvado. Alrrededor de su cuello tenía un collar de plumas blancas. Estaba quieto, apenas podía caminar con sus patas de tan grandes como eran sus alas. Por unos instantes sentí su pesadez y me preguntaba quien era ese enorme pájaro incapaz de cualquier movimiento en la tierra.
También comencé a ver imágenes bastante oscuras, no las recibía claras, de una muchedumbre alborotada, peleando, y en medio de todo se me destacaba un indio muy grandote y fiero que estaba matando a la gente, estaba como enloquecido por la sangre, su piel era oscura y fuerte, recuerdo que pensé que casi en lugar de piel humana parecía cuero de la dureza que desprendía. Su melena larga y megra solo se recogía en una cinta sobre la frente, gritaba y gritaba sin parar. No me gustaba esa visión porque me hizo sentir mucho dolor.
En esto que sentí la presencia física de mi maestro dispuesto a iniciarme, sentí como me colocaba su misha sobre la espalda y recitaba sus oraciones, eso cortó mi visión de guerra y me provocó sentir un frío que me recorría toda mi espalda y me hizo tiritar. Después, cuando colocó su mano sobre mi frente vi un hombre inca lujosamente vestido, con muchos adornos de oro, pero al poco todo se oscureció y mi pecho palpitó fuerte y mis lágrimas se derramaban solas y de mi corazón solo salía la palabra y el sentimiento de perdón.
Ahí fue que perdí la noción del tiempo y el espacio, me desligué totalmente de todo mi entorno, mis pupilas se voltearon hacia arriba y todo mi cuerpo estaba vibrando de los pies a la cabeza, sin poder casi ni pensar decidí dejarme llevar y vivir ese sentimiento que nacía en mi, y así, mientras el maestro iniciaba a mis compañeros, sentí el arrepentimiento y la necesidad de ser perdonada, y era algo tan, pero tan profundo, que parecía que entraba en mis huesos y transformaba mi esencia.
Al acabar las iniciaciones apenas podía regresar, me costó mucho esfuerzo abrir mis ojos a la luz. Mi maestro estaba pendiente de mi, de que todo estuviera correcto, y yo, por respeto a mis compañeros y para no atrasar el taller me guardé esta experiencia, estoy segura de que cada uno de nosotros tuvo su propia experiencia pero no se dió la posibilidad de compartirlas.
Por la tarde hicimos el despacho, se llama así a la ejecución de una ofrenda o como dice Arnaldo; dar de comer a la Pachamama. y rendir culto a nuestros Apus o montañas que nos han influenciado en nuestras vidas, puesto que en la cultura inca la montaña es una forma adoptada por algún ser vivo que ha sido muy significativo para la evolución del hombre y que cuando se va de este nuestro mundo físico vive en ella y, desde allí, continua velando por nosotros, por nuestra evolución.
Los despachos son ceremonias abiertas, donde todo el mundo participa y en definitiva son una fiesta donde se celebra la comunión del hombre con la naturaleza.
Me siento muy afortunada de poder compartir estas experiencias con todo aquel que lo desee, mis mejores deseos para todos y un recuerdo muy especial para mis hermanos de iniciación Stéfanny, Rosalía, Sara y Sergio, y como no, también para Arnaldo Quispe, Takiruna, el cantor de todos.

Florinda.

2 comentarios:

  1. Gracias Florinda. Añado tu emoción a la que yo siento. Fue muy hermoso. Un abrazo muy grande.

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  2. Gracias a ti Sara por traer hasta Barcelona al maestro, realmente fue hermoso, cierro mis ojos y nos veo allï sentados, compartiendo y me aparece la sonrisa. Ojalá la vida nos vuelva a reunir.

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